jueves, 30 de diciembre de 2010

Sufrimiento humano: Despertador del Alma

"LA TORMENTA DEL TORMENTO"
Escrito el 21 de julio de 2009 por Arito Leo

Nuestra existencia humana está unida al dolor en todas sus variantes terribles, el dolor físico de las enfermedades, el violento de las guerras, catástrofes naturales, accidentes fatales, violencia doméstica, terrorismo, locura, violación... y a veces el que nosotros mismos nos provocamos con multitud de hábitos dañinos, adicciones a drogas, sexo, alcohol, a personas, a la mala alimentación, al poder... y otra modalidad igual o más destructiva que es el dolor emocional, el abandono, las relaciones posesivas, la envidia, la frustración, la depresión, la ira, la humillación, la separación, el olvido, el odio, la soledad... A lo largo de nuestro recorrido nos salen al encuentro numerosos motivos de dolor y angustia; uno se supone que busca la felicidad como último objetivo en su vida y sin embargo nada ni nadie parece ponerlo fácil; uno no recuerda haber solicitado en ningún momento esas duras experiencias y sin embargo nos llueven sin pronóstico alguno y siempre o la mayoría de las veces sin que tengamos los recursos suficientes para no empaparnos de sufrimiento.

Venimos al mundo de forma traumática precedidos de un suceso estremecedor y doliente, horrorosas contracciones, la desnudez que nos desarma, la siempre escandalosa sangre y llegamos con la más absoluta indefensión, ningún animal nace con tan extrema incapacidad; tampoco uno recuerda haber solicitado plaza para venir a este doliente lugar... y a pesar de todo, no tenemos más remedio que pasar por aquí...

Lo tremendo es que no sólo la vida nos impone situaciones que ponen a prueba nuestra fuerza, sino que otros seres como nosotros, ya sea por aburrimiento, por experimentar, por desahogo, por inmadurez, por sobervia, por miedo, por egoismo... nos añaden más carbón al fuego y elevan el dolor a potencias a veces inhumanas... y nosotros... ¿también añadimos combustible a la hoguera del sufrimiento ajeno y propio?¿lo hacemos por imitación, por costumbre, para defendernos, para sentirnos fuertes o nos justificamos en la venganza, en el ojo por ojo?

Sea como fuere nos hemos vuelto expertos en hacer daño y por si fuera poco provocarnoslo a nosotros mismos y a nuestros semejantes, hace tiempo que practicamos la explotación y el abuso de nuestro entorno, agotando nuestros propios recursos naturales, contaminando nuestra MADRE TIERRA...

"DESPERTARES"

¿Qué nos pasa cuando sufrimos, cómo salimos tras el terremoto visceral que nos sacude de arriba a abajo y de fuera a adentro? Cuando la tormenta del dolor parece alejarse puede ocurrir que: nos sintamos desorientados, destruidos, arruinados, nos sintamos más insignificantes, miserables y pequeños y su huella recae en nosotros como una pesada losa que debemos llevar a cuestas y ante esto, nuestra reacción puede ser de ira, de rabia, el rencor nos devora y el odio germina en nosotros, respondiendo al odio con más odio, esto ocurre con demasiada frecuencia... pero cabe la posibilidad de salir fortalecidos, no sólo no derrotados sino con un nuevo estandarte de madurez, con energías renovadas, con la sensación de haber crecido, de seguridad y fortaleza; no porque nos hayamos recubierto de una fría y sólida coraza de indiferencia, que nos convierta en seres insensibles, ajenos, calculadores, sin empatía alguna, sino porque tras las lágrimas hemos tenido el coraje de mirar cara a cara al dolor y le hemos interrogado ¿de dónde vienes, por qué a mí, por qué ahora...? le hemos investigado y diseccionamos sus más remotas causas para acabar por revelarnos su verdadera identidad y nos sorprendimos al mirarle y darnos cuenta que "no tenía cara de demonio, sino de cirujano", su operación hizo daño, provocó heridas sangrantes y dejó notables cicatrices, pero su última razón era sanar un problema remoto y profundo. El dolor no venía a destruir sino a levantarnos, no llegó para que desfalleciéramos sino para despertarnos como un incómodo y estrepitoso despertador... y si conseguimos entenderlo así el dolor pierde su fuerza negativa y tendemos a crecer un poquito más por dentro; nos llenamos de comprensión, de compasión y de amor, siendo incapaces de responder al dolor con odio alguno, comenzaremos por agachar la cabeza humildemente, aceptar con madurez sin culpar a nadie y finalmente, aprender de la experiencia abriendo mente y corazón.

J.J.Benítez dice en su libro "Mágica Fé": "El dolor se asemeja a un cirujano. El bisturí de los padecimientos corta. Es sangriento y traumático. Pero misteriosamente, limpia el mal con el mal. Y nos devuelve la agilidad y la salud... El dolor es una angina que provoca el "estirón del infantil ser humano."

HÉROES

En ocasiones las pruebas son tan difíciles y crudas que nos dejan paralizados por completo, desbordan nuestro limitado entendimiento ¿y si paso por una enfermedad crónica?¿ y si fallece un ser amado?¿ y si ocurre un trágico accidente y si me abandona el amor de mi vida?¿ y si pierdo todo cuanto poseo... qué me va a aportar eso que no sea una amarga agonía...? Pero hay personas que lo hacen, que son capaces de sonreir en la más aboluta de las miserias, que siguen deseosos de compartir y amar cuando no les queda nada, que son capaces de resurgir de las cenizas cual Ave Fenix y su resplandor hace sentir admiración al mismo Sol. éstos, aunque no salgan en las noticias son verdaderos héroes.

Ser más o menos feliz no está unido a tener más o menos cosas, hay gente con una vida repleta de posesiones materiales e incluso rodeada de familia y seres queridos que se sienten infelices y deprimidos y otros, con muchisimo menos son capaces de sentirse felices...

Para Gandhi, la vida era como un proceso gradual de desprenderser de las necesidades, y así mismo lo sentenciaba Henry David Thoreau al decir "Un hombre es rico en las proporciones de las cosas que no desea"

La felicidad, al contrario de lo que nos impone la sociedad, no se compra, no se embotella, no se vende en concesionarios ni en agencias de viajes, no se enseña en la universidad, no se entrega junto al éxito, en definitiva no se halla fuera de nosotros.

"PREPARARSE PARA LA TORMENTA"

Tanto si hemos salido fortalecidos, como si hemos acabado más hundidos, hay una cosa segura sobre las adversidades y es que pasada una, otra vendrá... no sabemos cuando, ni cómo, ni dónde y mucho menos por qué... pero sin duda llegará de nuevo el Doctor Dolor, bien para incidir en la cura del mismo antiguo problema, bien para destapar uno nuevo... y cuando llegue nos puede encontrar con actitudes bien diferentes, dependiendo de cómo hayamos afrontado el pasado. O nos sorprende con las defensas por los suelos y sin recursos para encarar este nuevo duelo, porque incluso a veces somos capaces de haber enterrado los traumas vividos porque tememos que su sólo recuerdo nos dañe, (pero por más que los intentemos ahogar en el mar del olvido, saben nadar y siempre vuelven a emerger a la superficie más pronto o más tarde, porque si no se han asimilado y superado sumándolos en nuestro ser como un aprendizaje, regresan a nuestra vida, con otro nombre, con otra forma pero con el mismo mensaje) o cabe la posibilidad de que nos encuentre seguros, serenos y despiertos, no deseando que lleguen, pero con la calma y la precaución de tener listo los preparativos necesarios: humildad, aceptación, disposición de aprender, paciencia, templanza, confianza e incluso en el más alto grado satisfacción por lo adquirido y gratitud.

Esto último es muy difícil comprenderlo en el ardor del momento... pero cuando pasa el tiempo y uno mira hacia atrás entiende que uno es hoy como es, gracias a todo lo vivido y muy especialmente gracias a las lágrimas derramadas, éstas depués de todo, fueron necesarias y al final llegamos a aceptarlas.

¿NECESITAMOS LO QUE YA TENEMOS?

Sufrimos cuando perdemos lo que "queríamos" Y ¿cómo hemos aprendido a querer? "queremos" tener las cosas y las personas para nosotros, queremos poseerlas, hacerlas nuestras. Desde niños nos han ayudado a reafirmarnos en "lo que quiero lo tengo" y si nos las quitan lloramos y pataleamos.

Especialmente queremos lo que necesitamos o mejor dicho lo que "creemos que necesitamos", siempre nos vemos incompletos, insatisfechos, nos comparamos con el prójimo y aspiramos a tener lo que otros tienen. En el libro de Og Mandino "La universidad del éxito" se dice "Un 90% de las cosas de nuestra vida están bien y un 10% van mal. Si queremos ser felices, debemos centrarnos en ese 90%, si queremos estar preocupados, amargados y padecer una úlcera de estómago, lo único que tenemos que hacer es concentrarnos en el 10% y no hacer caso del 90%" Ya lo recordaba Schopenhauer: "Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos hace falta." El Dalai Lama nos guía acerca de cómo alcanzar un estado de satisfacción interior y es tan sencillo como aprender a valorar y querer lo que ya tenemos.

También nos enseñaron a alejarnos de nuestra propia responsabilidad ante el dolor, cuando el nene se golpea contra un mueble por su lógica torpeza y le oimos gritar y lamentarse, acudimos en su auxilio y le decimos "malo, mueble malo..." y hasta le animamos a pegar al mueble a modo de venganza ¿qué tipo de mensaje es ese? ¿siempre que sufras la culpa la tiene alguien que no eres tú? ¿no deberíamos enseñarle a asumir su responasabilidad explicándole que debe estar más atento y andar con más cuidado?


En definitiva poseer no es una forma sana e inteligente de amar ni de buscar la felicidad; si puedo perder todo cuanto poseo, quizá no deba poner en manos de nada ni nadie mi felicidad, quizá ese estado no esté fuera de mí sino dentro. A lo largo de toda nuestra vida, desde la infancia nos han enseñado, familia, escuela y sociedad a preocuparnos por nuestro ser exterior, buena alimentación, buena salud, buena apariencia física, buena carrera académica que permita un buen trabajo, buen sueldo, buena casa, buena familia... siempre aplicamos todas nuestras fuerzas, energías y tiempo a cuidar al máximo lo de fuera... ¿que ha pasado con nuestro mundo interior?¿lo hemos olvidado?¿lo hemos ignorado? Y si soy consciente de que todo lo de fuera puede cambiar, que esos bienes externos pueden acabar... ¿a qué me aferro, a qué me apego?

"DESPRENDERSE... SER LIBRE"

Esa es la clave, no aferrarse, no apegarse a nada ni nadie; por eso es tan importante el DESAPEGO en las filosofías orientales. Pero esto no quiere decir que me vuelva desinteresado o insensible, el desapego no es perder el interés ni el aprecio por las cosas, no quiere decir que nos tengamos que rapar la cabeza e irnos a un lugar recóndito para estar sólos y sin nada, aunque haya personas que lo han elegido y está bien, los caminos para descubrir a nuestro verdadero yo son innumerables; desapegarse es más bien sentir que tenemos las cosas como medio, no como fin en sí mismas, no apostando nuestra felicidad y sentido de vida en ellas, sino como complementos, a veces maravillosos y llenos de gozo para nosotros, pero siempre con la seguridad y el convencimiento de que sin ellos, mi vida sigue teniendo sentido, de que si los pierdo, no acabaré hundido en el sufrimiento. Hay una frase sufí que dice: "Lo único que de verdad tienes es aquello que no podrías perder en un naufragio"


Si nuestra seguridad, fuerza, confianza, paz, nuestra felicidad... no dependiera de nada externo a nosotros porque lograsemos depositarlas en un sólido y firme tronco enrraizado en lo más profundo de nuestro ser, los abatares del sufrimiento llegarían sacudiendo las ramas superficiales y podría provocar daño sin duda... pero no nos arrancaría de cuajo de nuestro centro vital.

Dice el Dalai Lama: "En la práctica budista existen varios métodos para mantener una mente serena cuando sucede algo perturbador. La práctica repetida de ellos nos permite llegar a un punto en el que los efectos negativos de una perturbación no pasen más allá del nivel superficial de nuestra mente, como las olas que agitan la superficie del océano pero que no tienen gran efecto en sus profundidades."

Y cuando la marea baje y estemos en un periodo de tranquilidad... no relajarnos en exceso y volver a caer dormidos, olvidando que hallá en el horizonte acecha de nuevo otra tormenta que nos pueda sorprender... Khalil Gibran dijo "Todo pasa..." y en ese todo pasa... cabe el consuelo cuando lo que pasa es una desgracia, pero también cabe el estado de "estar despierto y preparado" cuando lo que pasa es la quietud...

Pienso que una de las experiencias más intensas en las que vivimos el desapego es cuando aceptamos de forma serena y madura, que los hijos deben elegir y hacer su propia vida, permitirles que sean libres, que construyan su felicidad, sin perder por ello ni un ápice de nuestro amor... y respetando que en su camino haya caidas... recordemos que esas caidas son necesarias en la medida en que nuestro crecimiento las demande.

"VIDA: ESCUELA DE DOLOR... PARA APRENDER Y CRECER"

El dolor es inherente al ser humano, porque si hay algún motivo por el que hemos venido a este mundo, para mí, es sin duda para CRECER, aprender a RECONOCERNOS en la Unión con el TODO, para reconocer nuestra DIVINIDAD, para aprender a AMAR y con ello transformarnos en CREADORES de ese mismo AMOR que inunda todo el Cosmos, que envuelve en su energía al Universo.

Pienso que en esta escuela de la vida se puede aprender básicamente de dos maneras: por imposición de forma traumática a través del dolor o por voluntad propia, por una actitud abierta y receptiva hacia todo y hacia todos, sin miedos, sin prejuicios, sin programación... y con esa actitud aprenderemos a cada paso; como decía Séneca: "Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece" aunque realmente el maestro siempre está ahí, enseñando, sólo que cuando volcamos nuestro ser con atención, es cuando captamos sus enseñanzas, la sabiduría que nos brinda a cada paso la vida nos llega a borbotones y todas las respuestas ansiadas aparecen.

Esta última actitud es casi de sabios, de iluminados y la inmensa mayoría de las veces aprendemos sólo a golpes, como hermosas espadas que son forjadas a martillazos y el dolor nos visita una y otra vez; no podemos ignorarlo o huir de él; pero sí amortiguarlo, desmitificarlo, desenmascararlo, familiarizarnos con él y no darle otro sentido más que el del aprendizaje y aunque suene absurdo, tratar de hacerle frente con una sonrisa: ¿Qué hay de nuevo viejo?"

Las desgracias deben SUMAR en nosotros para hacernos más grandes, no deben RESTARNOS.

Dice el Dalai Lama "Cuando pierdas... no pierdas la lección"

No tenemos el control sobre todo, aunque muchas personas traten de tenerlo en su vida a toda costa, pero sí podemos controlar cómo afectarán las adversidades en nuestra vida, yo no elegí esto, pero sí qué hacer con ello. La estabilidad y la seguridad no me la podrá garantizar nada ni nadie, ni mi familia, ni mi pareja, ni mi carrera profesional, ni mi cuenta del banco... sólo mi interior, donde se esconde una fuerza y una energía cuya capacidad ignoro e infravaloro. Puede ser que yo sea el héroe que me salve de mi propia tragedia.


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